EL CORAZÓN DE UNA ORGANIZACIÓN ES SU TALENTO HUMANO

Al pensar en una organización, solemos creer que los elementos más importantes están en sus servicios, productos, procesos, clientes o reputación, enfocando todos nuestros esfuerzos a fortalecerlos. Sin embargo; como diría Richard Branson “Los clientes no son lo primero. Primero son tus empleados. Si cuidas de tus empleados ellos cuidarán de tus clientes”. Yo le agregaría “… ellos cuidarán de tus clientes, procesos, productos, reputación, etc”.

Una frase corta, pero con mucha sabiduría, ya que son las personas quienes desarrollan las diferentes actividades y aunque haya organizaciones con un enfoque más tecnológico y tengan parte de sus procesos automatizados, el corazón de una organización siempre serán las personas, ya que son ellas quienes lideran, innovan, movilizan la transformación, generan cultura, se vuelven embajadores de marca y en últimas son quienes como equipo consiguen los resultados organizacionales.

Así que la pregunta sería: ¿Cómo estas influyendo en las personas para lograr que hagan lo que deben hacer con la convicción de hacerlo?

Lograr que las personas se comprometan más allá de lo que estipula el contrato, podría decirse que es una mezcla entre ciencia, arte y brujería; ya que sí, tiene su complejidad, pero cuando encuentras el punto exacto de la receta puedes hallar personas altamente motivadas, comprometidas y apasionadas por lo que hacen, enfocadas en los resultados y dando esa famosa milla extra tan valorada y tan poco común hoy en día.

Para que una organización pueda apalancarse en su equipo humano y conseguir o superar los resultados que espera, es necesario crear ecosistemas capaces de sacar el mayor potencial que tiene cada persona; a continuación, relaciono 3 claves fundamentales que debes tener en cuenta para lograrlo:

  1. Motivación: a las personas nos motiva darle un sentido a lo que hacemos, entender el por qué y el para que de las cosas. La fábula “los picapedreros” de Peguy puede explicar claramente mi punto.

Cuenta la Fábula que Charles Péguy va en peregrinaje a Chartres. Observa a un tipo cansado, que suda y que pica piedras. él le pregunta

“¿qué está haciendo señor?

  • Acaso no ve, pico piedras; es duro, me duele la espalda, tengo sed, tengo calor. Practico un sub-oficio, soy un sub-hombre”.

Péguy continúa y ve más lejos a otro hombre que pica piedras, que no se ve tan mal. “¿Señor qué hace?

  • “Gano mi vida. Pico piedra, no he encontrado otro oficio para alimentar a mi familia, estoy muy contento de tener éste”.

Péguy continúa su camino y se aproxima a un tercer picapedrero que esta sonriente y radiante y le hace la misma pregunta, y este responde:

– “yo señor, construyo una catedral”.
Tomado de la entrevista hecha por Claude Weill a Boris Cyrulnik el 3 de enero del 2002.

Si revisamos los tres picapedreros hacen lo mismo, la actividad es la misma, sin embargo su actitud y disposición es muy diferente y esta diferencia radica en la atribución de sentido que le dan a lo que hacen, si logramos que las personas entiendan el sentido de lo que hacen y el impacto que tiene en la vida de otros, su realidad y perspectiva serán totalmente diferentes.

  • Liderazgo: Para que las personas hagan lo que deben hacer con la convicción de hacerlo, es necesario que la organización sea liderada con un enfoque humano, de facilitación y de servicio, y no desde la jerarquía o el “¿Usted no sabe quién soy yo?” que hace tanto daño en la motivación y compromiso de quienes lo viven.

Hoy en día se requieren líderes capaces de crear entornos flexibles, creativos, participativos y colaborativos; es decir, pasar de la jerarquía a la redarquía, un modelo organizativo basado en las interacciones y donde prima el talento humano como eje fundamental del relacionamiento productivo organizacional.

  • Formación: es un elemento fundamental para lograr influir en las personas a partir del crecimiento personal y el desarrollo de nuevas competencias; a la larga la formación es el camino más rápido a la transformación de los seres humanos, creando espacios más expertos y logrando que el “saber hacer” se nutra con nuevas métodos, técnicas y herramientas que incidan en la forma de ejecutar los procesos, de relacionarse con otros y de generar resultados.

Cuando las organizaciones fortalecen sus espacios de formación, también están permitiendo que sus colaboradores afilen su sierra y obtengan mejores resultados, y para esto quiero compartir contigo un cuento de Stepehn Covey de su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de 1989.

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en un aserradero.

El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; por lo tanto, el leñador se decidió practicar toda su experiencia.

El primer día al presentarse al capataz, éste le dio una sierra y le designó una zona de trabajo. El hombre entusiasmado salió al bosque y en un solo día cortó dieciocho árboles.

-Te felicito, le dijo el capataz; sigue así. Animado por las palabras del capataz, decidió mejorar su propia marca, de tal modo que esa noche se fue a descansar bien temprano.

Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.

Triste por el poco rendimiento, pensó que tal vez debería descansar más tiempo así que esa noche decidió acostarse con la puesta del sol. Al amanecer se levantó decidido a superar su marca de 18 árboles. Sin embargo, ese día sólo cortó diez.

Al día siguiente fueron siete, luego cinco, hasta que al fin de esa primera semana de trabajo sólo cortó dos. No podía entender qué le sucedía ya que físicamente se encontraba perfectamente, como el primer día.

Cansado y por respeto a quienes le habían ofrecido el trabajo, decidió presentar su renuncia, por lo que se dirigió al capataz al que le dijo:

-Señor, no sé qué me pasa, ni tampoco entiendo por qué he dejado de rendir en mi trabajo.

El capataz, un hombre muy sabio, le preguntó:

-¿Cuándo afilaste tu sierra la última vez?

-¿Afilar? Jamás lo he hecho, no tenía tiempo de afilar mi sierra, no podía perder tiempo en eso, estaba muy ocupado cortando árboles

Permitamos a las personas que afilen su sierra, porque no se trata de trabajar más duro sino de hacerlo más inteligente mente.

BRIEF DEL AUTOR

ALEXANDRA JIMÉNEZ RODRÍGUEZ. Ingeniera Industrial. Especialista en Gestión Humana, Especialista en Formación Empresarial. MBA y Magister en Alta Gerencia y Coaching. Coach Directiva Certificada. Consultora, formadora y conferencista en grandes organizaciones y universidades del país, tanto del sector público y privado.