ORGANIZACIONES INTELIGENTES


Al maestro le encantaba ver cómo las personas reconocían su ignorancia.   «La sabiduría, afirmaba él, «tiende a crecer a medida que crece también la conciencia de la propia ignorancia».   Y cuando le pidieron que lo explicara, dijo: «cuando consigues comprender que no eres hoy tan sabio como ayer creías serlo, resulta que hoy eres aún más sabio».   Anthony De Mello [1]

Los veloces cambios que hoy en día se viven en el turbulento y volátil mundo de los negocios, obliga a las organizaciones a desarrollar ventajas competitivas que puedan ser sostenibles en el largo plazo sino quieren desaparecer, frente a rivales muy ágiles y clientes cada vez mas sofisticados y exigentes.  Una de las principales ventajas competitivas sostenibles es lo que se ha dado a conocer como organizaciones inteligentes, que en palabras de Peter Senge [2] se define como las «organizaciones donde la gente expande continuamente su aptitud para crear los resultados que desea, donde se cultiva nuevos y expansivos patrones de pensamiento, donde la aspiración colectiva queda en libertad, y donde la gente continuamente aprende a aprender en conjunto

En este contexto ya no interesa tanto el que aprende una organización sino más bien el como aprende para poder innovar,transformándose esta nueva forma de trabajar en el corazón de la actividad productiva en la que todos aprenden y todos enseñan, permitiendo que se configure un sistema donde se adquiere y circula el conocimiento en todos los niveles. El emblemático ex ­CEO de General Electric, Jack Welch[3],  hablaba del aprendizaje organizacional en los siguientes términos:

Son los esfuerzos para incrementar día a día el intelecto fundamental de la organización. Inspirar al personal para aprender porque la excitación y la energía que obtienen del aprendizaje son enormes y esto da energía a la organización. (…) Se debe dar un ambiente de aprendizaje a los equipos de trabajo, donde el cielo es el límite (…) habrá que pelear día tras día contra la burocracia que restringe el aprendizaje (…) habrá que eliminar la actitud en el personal de “Yo sé nueve cosas y te enseño ocho”; y convertirla en “Te enseñaré nueve cosas hoy y mañana por la mañana te enseñaré la décima”.

En Japón existe la expresión shoshin, que significa «mente de principiante» [4]. El principiante mantiene su mente abierta, vacía de prejuicios y preconceptos del pasado, porque para el principiante el pasado no existe, cada problema es nuevo en su abordaje y exige habilidades diferentes, por lo tanto, las respuestas de cajón o calcadas del último best-seller en Estados Unidos no tienen cabida. 

Sin embargo a medida que vamos creciendo, la llamada «educación bancaria«[5]  nos va volviendo «expertos» -es decir- archivos ambulantes de información, sin preguntas que formular sino respuestas para recitar. Con una gran cantidad de datos inconexos entre sí y sin mucha claridad de su utilidad práctica en la resolución de los problemas cotidianos que enfrentamos en el entorno personal y profesional.

Así las cosas, el reto organizacional está en desarrollar una cultura que no tema explorar nuevas posibilidades y asumir riesgos, permitir -incluso estimular- el error como parte del proceso de aprendizaje… y hacerlo cada vez más rápido y económico.

¡Bienvenidos! todos los aventureros, principiantes “shoshin” a este fascinante mundo de incertidumbre y ambigüedad, que nos lleva humildemente a evocar la proverbial frase socrática de “solo sé que nada sé”.


[1] De Mello, Anthony. ¿Quién puede hacer que amanezca?. Ed. Sal Terrae. 4ª  edición. Página 124. España. 1985

[2] Senge, Peter. La Quinta Disciplina: el arte y la práctica de la organización abierta al aprendizaje. Ed. Granica. Página 11. España. 1998.

[3] Welch J., citado en TechLearn TRENDS, No 223, 28 de Noviembre de 2001 y en Lathan, 2001

[4] Al respecto la tradición Zen contiene una rica literatura. Véase: Suzuki, Shunryu. Mente Zen, Mente de Principiante. 1ª  Edición. Cuadernos Departamento de Bibliotecas Universidad de Antioquia 1983. 3ª Edición. Editorial Endymion. 1988.

[5] Este término acuñado por Paulo Freire advierte sobre los peligros de los profesores depositarios de conocimiento en los estudiantes, concibiendo la alternativa de que el profesor se eduque con el educando.  Véase para más detalles Freire, Paulo. La pedagogía del oprimido. Siglo XXI. 1970.